Cirugía de cataratas
Consiste en sustituir el cristalino opacificado por una lente intraocular.
Al mismo tiempo, se elimina la graduación del paciente, corrigiendo su miopía o hipermetropía y su astigmatismo, así como la presbicia o vista cansada.
El cristalino es una “lente natural” con la que nacemos y que se encuentra situada por detrás del iris. Toda la luz que entra en la retina pasa a través de la pupila y debe atravesar el cristalino antes de llegar a la retina. Decimos que un paciente tiene cataratas cuando su cristalino ha perdido la transparencia necesaria para permitir que se formen imágenes nítidas en la retina.
El paciente que presenta cataratas suele notar:
- Pérdida de agudeza visual: “ya no veo cosas que antes sí veía”, “me cuesta ver el número del autobús o los carteles de las calles”, “no puedo leer las letras de la televisión”, …
- Atenuación de los colores: “veo los colores más apagados”, “todo tiene un tono sepia”.
- Pérdida de luminosidad: «cada vez necesito más luz», «por las noches me cuesta ver», …
- Deslumbramiento: “me deslumbro cuando me da una luz potente”, …
- Cambios en la graduación (miopización): “la graduación de las gafas me cambia continuamente”, …
Una vez diagnosticada la catarata hay un paso previo que hay que decidir antes de la intervención. Se trata de la elección de la lente intraocular a implantar. Hay varios tipos de lentes:
- Lentes monofocales: permiten tener una buena agudeza visual de lejos, debiendo utilizar gafas para visión intermedia y cercana.
- Lentes monofocales plus y de rango extendido: permiten una buena visión lejana e intermedia, necesitando gafas para tener una buena visión de cerca.
- Lentes trifocales: permiten una buena visión a todas las distancias no requiriendo gafas de lejos, de cerca ni para visión intermedia. Son lentes que pueden causar visión de halos alrededor de las luces (especialmente por la noche). Además, la calidad de la visión depende de la cantidad de luz existente.
Con cualquiera de los 3 tipos de lentes, la cirugía se realiza de la misma forma. Se realizan unas pequeñas incisiones en la córnea. A través de estas se retira la cápsula anterior del cristalino y se trocea el núcleo del cristalino. Estos 3 pasos se pueden realizar de forma manual o con láser de femtosegundo. Posteriormente se aspira el núcleo troceado y se retiran todos los restos del cristalino para que quede completamente limpio. El paso siguiente consiste en la introducción de la lente intraocular, que se realiza con la ayuda de un inyector. Al final de la intervención se inyecta antibiótico dentro del ojo para prevenir infecciones.
La intervención se realiza con anestesia local y una ligera sedación y se realiza de forma ambulatoria, pudiendo el paciente volver a casa poco tiempo después de la cirugía. Se recomienda el uso de gafas de sol en los primeros momentos después de la operación. El tratamiento consiste en instilar una serie de gotas en el ojo operado durante unas 4 semanas.
La recuperación de la visión es normalmente rápida, notándose una mejoría importante incluso al día siguiente de la operación. En ocasiones, aparece un edema en la córnea que puede retrasar durante unos días esta recuperación visual.