Glaucoma
El Glaucoma es una de las enfermedades oftalmológicas más frecuentes y una de las principales causas de ceguera. Es una neuropatía óptica progresiva, en la que el aumento de la presión intraocular juega un papel fundamental.

Existen varios tipos de glaucoma y puede afectar a cualquier edad, incluso en niños (glaucoma infantil) y recién nacidos (glaucoma congénito). El tipo más frecuente es el Glaucoma Primario de Ángulo Abierto (GPAA), que suele afectar pacientes de mayor edad. Es importante que aquellas personas que tengan algún familiar con glaucoma acudan al oftalmólogo para descartar la existencia de esta enfermedad, especialmente por encima de los 45 años de edad.
Uno de los problemas principales del glaucoma es que es una patología que no produce mucha sintomatología. El síntoma principal es la pérdida de campo visual, pero esta solo es notada por el paciente cuando es muy llamativa y prácticamente solo tiene visión en la zona central del campo visual. En fases más tardías se puede perder también la visión central.
El diagnóstico se realiza con 3 pruebas:
Toma de la presión intraocular (PIO): se considera normal cuando es menor de 21 mm de Hg.
OCT: se realiza un estudio de la capa de fibras nerviosas de la retina (CFNR). Cuando es patológica traduce un daño morfológico del nervio óptico.
Campo visual: cuando es patológico traduce un daño funcional del nervio óptico. Aparecen zonas del campo visual del paciente en las que la sensibilidad de la retina es menor de lo normal.
Existen otras pruebas que pueden ayudar al diagnóstico de glaucoma, como es la medición del grosor de la córnea (paquimetría) y el estudio visual del ángulo iridocorneal (gonioscopia).
El tratamiento del GPAA va encaminado a reducir la PIO y se suele realizar con colirios, entre los que destacan las prostaglandinas y los betabloqueantes, aunque existen otros tipos de fármacos que también son útiles en el tratamiento de esta enfermedad.

En aquellos pacientes en los que no se controla la tensión con colirios y progresa la pérdida del campo visual, puede realizarse un tratamiento con láser (trabeculoplastia) o bien recurrir a la cirugía. La operación clásica del glaucoma se denomina trabeculectomía, que puede ser perforante o no perforante, y consiste en la realización de una zona de drenaje del humor acuoso (líquido que da tensión al ojo) para que salga del ojo hacia una zona por debajo de la conjuntiva, consiguiendo así la disminución de la PIO. Desde hace varios años, existen dispositivos de drenaje de tamaño muy pequeño, que se colocan en el ángulo iridocorneal y permiten realizar intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas con un buen resultado. Su oftalmólogo le aconsejará qué tipo de tratamiento es el más idóneo para cada caso.