Lesiones de los párpados

La piel de los párpados es una de las localizaciones más frecuentes para la aparición de lesiones. La mayoría de estas lesiones son benignas, como verrugas o quistes, pero en ocasiones se trata de tumores malignos que hay que diagnosticar y tratar lo antes posible para evitar que crezcan o se extiendan hacia otras localizaciones.

Las lesiones benignas pueden ser eliminadas mediante cirugía clásica o con láser de CO2. En este último caso, se realiza en consulta y no es necesario colocar puntos de suturas.

En cuanto a los tumores malignos, el más frecuente con diferencia es el carcinoma basocelular. Se trata de un tumor que crece localmente y que puede invadir tanto los párpados como la órbita.

Otros tumores malignos que afectan a los párpados incluyen a los carcinomas espinocelulares, los carcinomas de glándulas sebáceas y otros más raros, como los tumores de células de Merkel. Todos estos tumores, no solo crecen localmente, si no que también pueden metastatizar a distancia, poniendo en riesgo la vida del paciente.

En cualquiera de estos tumores malignos, lo principal es realizar un diagnóstico precoz que permita una extirpación de la lesión lo más temprana posible. La cirugía se realiza en quirófano con anestesia local y puede hacerse con cirugía convencional y posterior estudio anatomopatológico de la pieza o con cirugía de Mohs, en la que durante la cirugía se realiza el estudio de la pieza y de los bordes para comprobar que el tumor ha sido completamente extirpado.

Una vez realizada la extirpación del tumor, en ocasiones es necesario realizar una reconstrucción del párpado. A veces, en esta reconstrucción se tienen que emplear injertos o colgajos de tejidos del propio paciente, para conseguir una buena funcionalidad del párpado intervenido.

En la cirugía de los tumores palpebrales, lo más importante es la extirpación completa del tumor, para evitar que vuelvan a aparecer o que metastaticen a distancia. En segundo lugar, el Cirujano Oculoplástico debe lograr que el párpado cumpla sus funciones con normalidad, permitiendo una buena apertura y cierre de la hendidura palpebral y una buena distribución de la lágrima. En tercer y último lugar y no por ello menos importante, está el aspecto estético, debiendo conseguir una apariencia lo más normal posible de los párpados.